23 septiembre 2013

Hipotiroidismo subclínico

El tiroides es una pequeña glándula que mide alrededor de 5 cm de diámetro situada en el cuello bajo la piel y por debajo de la nuez de Adán. Las lóbulos de la glándula están conectadas en su parte central (istmo), de modo que se parece a la letra H o a un nudo de corbata. Sólo en el caso de que se agrande puede palparse.



 
La glándula tiroides secreta las hormonas tiroideas, que controlan la velocidad de las funciones químicas del cuerpo (velocidad metabólica). Las hormonas del tiroides tienen dos efectos sobre el metabolismo: estimular casi todos los tejidos del cuerpo a producir proteínas y aumentar la cantidad de oxígeno que las células utilizan

Para producir hormonas tiroideas, la glándula tiroides necesita yodo, un elemento que contienen los alimentos y el agua. Esta glándula concentra el yodo y lo procesa en su interior. 

El organismo se sirve de un mecanismo complejo para ajustar la concentración de hormonas tiroideas presente en cada momento. En primer lugar, el hipotálamo, ubicado en el cerebro debajo de la hipófisis, secreta la hormona liberadora de tirotropina, la cual hace que la hipófisis produzca la hormona estimulante del tiroides o tirotropina. Tal y como su nombre sugiere, ésta estimula la glándula tiroides para producir hormonas tiroideas. Cuando la cantidad de hormonas tiroideas circulantes en la sangre alcanza una cierta concentración, la hipófisis reduce la producción de hormona estimulante del tiroides. Cuando esta concentración disminuye, aumenta la producción de hormona estimulante (mecanismo de control mediante retroalimentación negativa).



Las hormonas del tiroides se encuentran en dos formas. La tiroxina (T4) que es la forma producida en la glándula tiroides, tiene sólo un efecto ligero en la aceleración de la velocidad de los procesos metabólicos del cuerpo. La tiroxina se convierte en el hígado y otros órganos en una forma metabólicamente activa, la triyodotironina (T3). Esta conversión produce aproximadamente el 80 por ciento de la forma activa de la hormona; el 20 por ciento restante lo produce y secreta la misma glándula tiroides. Muchos factores controlan la conversión de T4 a T3 en el hígado y en los otros órganos, incluyendo las necesidades del organismo en cada momento.


Para determinar la eficiencia del funcionamiento de la glándula tiroides, se utilizan varias pruebas de laboratorio. Una de las más comunes es la prueba para medir la concentración de la hormona estimulante del tiroides en la sangre. En vista de que ésta estimula la producción de hormona tiroidea, sus concentraciones en sangre son elevadas cuando la glándula tiroides es poco activa (y por eso necesita mayor estímulo) y bajas cuando es hiperactiva (y por eso necesita menor estímulo). 

La medición de la concentración de la hormona estimulante del tiroides y de la de T4 libre que circulan en la sangre es, por lo general, todo lo que se necesita. Sin embargo, también puede ser necesario determinar la concentración de una proteína llamada globulina unida a la tiroxina, dado que sus valores anormales pueden conducir a la mala interpretación de la concentración total de las hormonas tiroideas.


El hipotiroidismo es una afección en la que la glándula tiroides tiene un funcionamiento anómalo y produce muy poca cantidad de hormona tiroidea. La tiroiditis de Hashimoto, es la causa más frecuente de hipotiroidismo, seguida del tratamiento del hipertiroidismo. Desde que los fabricantes de sal comenzaron a agregar yodo a la sal de mesa y desde que se utilizan desinfectantes con yodo para esterilizar las ubres de las vacas, el bocio hipotiroideo ha desaparecido en muchos paises. El tratamiento se realiza con la sustitución de la hormona tiroidea deficiente, mediante una de las diversas preparaciones orales existentes. La forma preferida es la hormona tiroidea sintética, T4, y suele tomarse de por vida.  



                                                                                                       HIPOTIROIDISMO
Voz ronca, dicción lenta, párpados caídos, cara hinchada, aumento de peso, tendencia al estreñimiento, intolerancia al frío, cabello áspero y seco, piel gruesa y escamosa, bradicardia

Cuando en individuos generalmente asintomáticos existen de cifras elevadas de TSH con niveles normales de hormonas tiroideas hablamos de hipotiroidismo subclínico. Suele ser un hallazgo analítico casual. En la analítica suelen observarse niveles de TSH entre 4-10mUL/L con T4 normal.

Afecta entre 1 y 10 % de la población. Prevalece más entre las mujeres, los pacientes de edad avanzada y los pacientes con ingesta deficitaria de yodo. Los pacientes con hipotiroidismo subclínico y anticuerpos antitiroideos positivos, tendrán progresión a hipotiroidismo clínico entre el 5-20% al año y un 63% a los 10 años.La progresión parece proporcional a los niveles de TSH (>10 mU/L), edad avanzada y la presencia de anticuerpos (que elevan el riesgo anual un 4,3 %).Las mujeres con TSH alta y anticuerpos elevados tienen el riesgo más alto de progresión.

No se recomienda la determinación de TSH como método de screening en la población general, salvo en recién nacidos para excluir hipotiroidismo congénito. La mayoría de las organizaciones (incluidos el American College of Physicians y la American Association of Clinical Endocrinologists ) recomiendan mantener un alto índice de sospecha en poblaciones de alto riesgo
(edad avanzada y mujeres peri/postmenopáusicas ) y determinar TSH en esos casos. 

En la indicación de tratamiento existe bastante controversia. Su abordaje deberá realizarse de forma individualizada según las características propias de cada paciente, y no, necesariamente, bajo esquemas fijos de determinados patrones terapéuticos. Existe gran unanimidad en tratar aquel hipotiroidismo subclínico que presente síntomas compatibles con hipotiroidismo o que presente un valor analítico de TSH > 10. También suele aconsejarse en aquellos casos de anticuerpos antitiroideos positivos. Algunos estudios ha observado una disminución de la progresión a hipotiroidismo clínico, en particular en pacientes ancianos, con niveles de TSH superiores a 10 mU/L y con anticuerpos antitiroideos circulantes. 

También se aceptaría un ensayo terapéutico en pacientes con niveles de TSH inferiores a 10 mU/L que presentan bocio, dislipemia, depresión refractaria, afecciones obstétricas y/o ginecológicas ó síntomas que presumiblemente se expliquen por este transtorno. El uso de Levotiroxina en pacientes aquejados de trastornos cardíacos muestra beneficios, ya que se acompaña de una disminución de la resistencia vascular periférica, mejoría de la función diastólica y de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo durante el ejercicio. Por otra parte, otros estudios han puesto de manifiesto el posible riesgo de hipertiroidismo yatrogénico en pacientes con fibrilación auricular y cardiopatia isquémica por lo que la indicación de tratamiento deberá ser valorada detenidamente.

El tratamiento se realiza con Levotiroxina en dosis única vía oral, iniciando con 1,6 mcg/Kg/dia y variando los requerimientos en función de la edad ( en el anciano, se requiere un 50% de la dosis habitual del adulto). Por regla general, una dosis de 50-75 mcg/día suele ser suficiente para normalizar los niveles de TSH, no recomendándose dosis supresivas. Entre las 4-8 semanas de tratamiento se realizará una nueva determinación de TSH y una vez alcanzados los niveles deseados, bastará con un control anual.

Antes de decidir un tratamiento sustitutivo, si se considera la posibilidad de tratar al paciente, debería realizarse una nueva determinación de TSH. En caso de no optar por el tratamiento, debe realizarse una segunda determinación entre los 3 y 6 meses. 

fuentes consultadas: Harrison, uptodate



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